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Vacaciones emocionales en familia | Inteligencia Emocional

Vacaciones emocionales en familia
Carmen María León Lopa

Carmen María León Lopa

Aprovechando que es tiempo de poder dejar a un lado libros de texto, relojes y alarmas de móvil, sugerimos una meditación en la que convivamos con la naturaleza y disfrutar de unas vacaciones emocionales en familia.

Vamos a salir de nosotros y a sentirnos parte de un todo más universal y más elevado. Respirar el aire puro, sentir el calor del sol o la claridad de la luna sobre nuestro cuerpo nos permite conectar más fácilmente con emociones como la gratitud ‒por las maravillas que el mundo nos ofrece‒ o la serenidad ‒cuando observamos el fluir de la vida en estado puro‒. No es casual que en el campo, la playa, la montaña o en cualquier otro espacio natural nos sintamos más plenos y más libres. Es la fuerza vibrante de la naturaleza, que, aún sin nosotros quererlo, penetra en nuestro interior para nutrirnos y equilibrarnos.

Una nota antes de comenzar la propuesta: es importante llevarla a cabo con deseo de hacerlo, con escucha del mundo que hay a nuestro alrededor. Sin prisas, sin exigencias, respirando y de una manera relajada y una actitud pausada ‒que no tiene por qué ser seria, aburrida o rígida‒. De esta forma, lograremos encontrar mejor esa conexión emocional con nosotros y con la vida a la que hacemos referencia. Puedes experimentarla en solitario y después animar y guiar a tus hijos a hacerla. Verás que las vivencias serán diferentes y muy enriquecedoras.

Propuesta para disfrutar de unas vacaciones emocionales en familia

  • Necesitas dos pañuelos largos.
  • Durante un paseo tranquilo, recoge doce piedras que atraigan tu atención. Camina atento y juega a dejarte “llamar por ellas”.
  • Escribe los nombres de los puntos cardinales principales sobre las cuatro que sean más grandes.
  • Aguarda hasta el atardecer para continuar.
  • Sitúate de cara a la puesta de sol. Estarás mirando al noroeste, que es el lugar por el que se esconde el sol durante el verano. Teniendo en cuenta este punto y sabiendo que en esta estación su salida es por el noreste, trata de colocar formando una cruz las cuatro piedras indicativas de los puntos cardinales principales.
  • Usándolas como referencia, coloca las restantes ‒una a cada lado de las más grandes‒ dibujando un círculo.
  • Cruza los pañuelos, de forma que los extremos se correspondan con los cuatro puntos cardinales principales y en el interior del círculo se formen cuatro cuadrantes.

La rueda medicinal

  • Siéntate en el centro mientras visualizas cómo te haces pequeño y caminas lentamente por el interior en el sentido de las agujas del reloj, como si fueras alguien de una civilización antigua que acaba de descubrir una forma circular de piedras enormes.
  • Cuando lo desees, dirígete hacia la piedra que has colocado marcando el este. Siéntate y recógela en tus manos. Recibe la explosión desenfrenada de la primavera y de todos los seres vivos. Después del vacío de la estación anterior surge el renacimiento de la vida, el brote de las semillas y de la luz que empieza a alargar los días. El este está relacionado con la niñez, con los comienzos, con la planificación y con el poner en marcha. Reflexiona sobre algo que esté cobrando forma ahora mismo en tu vida. Tal vez un nuevo trabajo, una nueva relación, un nuevo reto, una nueva manera de enfrentar una situación, una reforma en casa. Hazlo presente en tu consciencia y déjalo que se impregne con las ilusiones, las esperanzas y las promesas que conllevan siempre los comienzos.
  • Ve hacia el sur. Siente tras pasarse a la palma de tus manos el calor intenso que emana esta piedra después de acumular el fuego del mediodía de los meses de verano. Respira el vigor del sol cuando se encuentra en su punto más alto. El sur tiene que ver con la satisfacción de nuestras necesidades más físicas, con el hacer con responsabilidad y materializar nuestros sueños y fantasías en acciones concretas. ¿En qué te hayas inmerso en este momento? Toma contacto con las personas que rodean a eso que ahora te ocupa, con las que te comunicas y cooperas, con las que estás yendo hacia delante. Báñalas con la fuerte energía de la estación en la que nos encontramos.
  • Camina despacio hacia la que marca el oeste, el inicio del otoño. Siéntate y cógela. Siente a través de ella cómo la actividad vitalista y hacia el exterior de la estación anterior ha dejado paso a una ligera frialdad, como cuando cae la tarde y el sol comienza a ocultarse. El mundo empieza a aquietarse y el crecimiento se frena. Es momento de mirar hacia dentro, de dar paso a las emociones y sentimientos más profundos, de escuchar a nuestra esencia. ¿Hay algo en tu vida de lo que creas que necesitas desprenderte? Algo usado, viejo, que ya no te sirva. Pueden ser objetos, pueden ser personas, pueden ser emociones, hábitos o creencias. Toma contacto con esto, despídete y déjalo marchar devolviendo la piedra a su lugar.
  • Finalmente, dirígete hacia el punto que es el norte. Toca y siente en tu piel a través de esta piedra el frío helado del invierno y de la paralización de la vida. El descanso de la naturaleza, la recogida de fuerzas para recuperarse y afrontar lo que le espera, el ritmo pausado de los días y las noches, la falta de luz. Es el tiempo de la vejez y de las despedidas. Siente el recogimiento, el equilibrio y la armonía entre el mundo interior y el exterior. Atrae a este momento algo que hayas concluido. Una etapa que haya finalizado y que desees cerrar de manera consciente. Recuérdala un breve instante, aléjala de tu mente con suavidad y concéntrate en este vacío, en este momento de bienestar en el que sobran las palabras. Disfruta de esa quietud y no tengas miedo de dejarte envolver por el silencio.
  • Regresa al centro de nuevo y respira profundamente después de este recorrido por tu vida. ¿Cómo te sientes? ¿Cuáles son tus emociones en este momento? ¿Dónde están y qué te dicen tus sensaciones corporales ahora? Desde ese lugar, reflexiona y experimento cómo todo forma parte de un ciclo en el que nos hallamos inmersos: los puntos cardinales, las estaciones, el sol y la luna, la vida…

Si te ha interesado el tema, no dudes en hacerte con la obra Las cuatro direcciones de Daan van Kampenhout y disfrutarla donde quiera que estés. ¡Felices vacaciones!

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