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Errores de emisión en la pronunciación

Inés Rubio Vega

Inés Rubio Vega

En artículos previos ya hemos comentado que, aunque existen periodos determinados para la adquisición de los distintos sonidos, la flexibilidad es uno de los aspectos en los que debemos poner especial atención cuando observamos el desarrollo lingüísticos en el niño (pronunciación, etc.).

La variabilidad intragrupal -dentro del grupo de niños de la misma edad- puede ser enorme según condicionantes como el contexto familiar, social, cultural y las características madurativas del propio niño.

Deberemos tener en consideración las siguientes pautas:

  1. Cuando los niños son muy pequeños tendremos que poner nuestras expectativas más en la intencionalidad de comunicación que en la forma en la que expresan sus ideas (pronunciación, estructura de frase…).
  2. Si el niño tiene buena disposición para hablar nos iremos fijando en cómo articula los sonidos y si hay señales de que va algo retrasado con respecto a niños de su edad (comparación con hermanos, información del contexto escolar…).
  3. Intentaremos también recoger información del desarrollo infantil del niño que pueda afectar a la adquisición del habla: uso de chupete/biberón hasta edades tardías, succión del pulgar, ronquidos al dormir y babeo excesivo, etc.
  4. Si notamos que las dificultades en la pronunciación se quedan “estancadas” recurriremos a un profesional. Éste nos asesorará sobre el proceso de adquisición de los sonidos, si se está dentro de lo normal o no. Si hay causas orgánicas que dificultan la articulación, si es necesaria la derivación a algún otro profesional sanitario (otorrino, ortodoncista…).
  5. Recordaremos también que muchas de las dificultades al emitir sonidos no están debidas tanto a habilidades práxicas (para articular el sonido) sino a destrezas fonológicas auditivas que permiten la discriminación de sonidos, colocar los sonidos en su orden correcto dentro de las palabras, etc.  Por ello a veces pensamos que los niños son cómodos porque producen el sonidos en unas palabras y en otras no. Esto es porque tienen dificultades fonológicas, no para la realización del sonido en sí mismo.  Pero esto conlleva también su tratamiento logopédico.

En conclusión, mientras se van valorando los aspectos relacionados con la articulación no olvidaremos lo siguiente: fomentar la conversación con el niño y la interacción lingüística con sus iguales. Reforzar su comprensión (auditiva y visualmente), evitar repercusiones en autoestima y recordarle siempre experiencias de éxito valorándole lo que hace bien.

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